SIGUE SOÑANDO


Dice la leyenda que Polínexa, madre de Alejandro Magno, soñó que su hijo había sido engendrado por el mismísimo Zeus. El nacimiento coincidió con la victoria de su marido, Filipo de Macedonia, en la carrera hípica de los Juegos del 256 a.C. En honor a tal triunfo, Polínexa cambió su nombre por el de Olimpia. Su sueño se cumplió. Alejandro fue el Zeus del mundo conocido entonces. Un infatigable conquistador. El deporte es hoy lo más parecido a la guerra y sus figuras los nuevos mitos de nuestra era. Soñemos.

Legend say that Polínexa, mother of Alexander the Great, she dreamed that her son had been fathered by Zeus. The birth coincided with the victory of her husband, Philip of Macedonia, in the horse race of the Games of 256 BC. In honor of this victory, Polínexa changed her name to Olympia. Her dream was fulfilled. Alexander was the Zeus of the then known world. An indefatigable conqueror. The sport is now as war and his figures the new myths of our era. Let's dream.

olimpiaduerme@gmail.com

lunes, 3 de diciembre de 2007

VANDALIA CEIBE (II): La noche, el ruido y la furia


La vida nocturna de hace años, escribe Sebreli[1] para Buenos Aires, giraba en torno a teatros, cines y cafés, tres instituciones que casi han perdido su significado como lugares de encuentro. Entre nosotros habría que añadir el hábito de tomar unos vinos mientras se discutían los asuntos del día o las novedades deportivas o literarias. La gente de la noche, eran actores, artistas, escritores, pintores o estudiantes que en largas sobremesas discutían sobre no importa que.

La nueva bohemia, el nombre ya no es obviamente adecuado, ya no tiene lugares fijos de encuentro, ya no es sedentaria como la antigua sino nómada, adiestrada dice Sebreli, por el zapping y el videoclip se mueve velozmente manteniendo el contacto a través de los telefónos móviles. Ha cambiado sus modos de beber. Al consumo moderado y diario de vino le ha sucedido el consumo masivo y rápido de bebidas de mayor graduación buscando el colocarse o el trasiego de grandes cantidades de cerveza con igual finalidad. El nuevo “templo” que substituía al café, la Discoteca, es para Sebreli no el lugar de la libertad como algunos suponen sino la muestra de todos los malestares de la vida cotidiana: contaminación visual y sonora, discriminacion social, prejuicio racial, machismo, portero y pinchadiscos como filtradores manipuladores a través del vestuario el aspecto fisico o la musica.



Fenómeno más complejo que sus precursores, el guateque, la litrona, la marcha, movida, o la ruta del bakalao el problema del botellón ha surgido de la misma manera. El botellón lo definen Baigorri y Fernandez así: reunión de jóvenes, de entre 16 y 24 años fundamentalmente en espacios abiertos de libre acceso para combinar y beber la bebida que han adquirido previamente en comercios, escuchar música y hablar[2]. Aunque variable según la geografía considerada, el botellón según estos sociólogos, suele inciarse sobre las 11,30-12 horas de jueves, viernes y sábados prolongandose hasta las 2-4 horas de la mañana siendo el sábado el día de mayor afluencia. La mitad de los asistentes son estudiantes, muchos menores de edad, y la actividad principal es la conversación entremezclada con músicas diversas en volumen excesivo. Suelen consumirse combinados fuertes y escasa cerveza. Tambén drogas diversas. Los jóvenes despúes del botellón siguen la ruta de pubs y discotecas hasta el amanecer y algunos continuan en los after hours.

En sus tiempos de alcalde Tierno Galván alentaba a los jóvenes: ¡Y el que no esté colocado que se coloque! . Este curioso personaje al que algún día habrá que colocar en su lugar y no es precisamente el santoral laico, no encendía la mecha pero si la alimentaba. Los jovenes en efecto se “movieron”: de pub en pub y de discoteca en discoteca. Poco a poco la situación se descontrolaba: jóvenes que en las plazas públicas se sentaban sobre el respaldo con los pies en la zona de asiento, bares sin licencia de Pubs que dejaban oir su estruendo hasta mucho mas allá de las horas de cierre, papeleras y contenedores destrozados fin de semana si fin de semana no, y asi entre otras conductas “menores” parecidas, sin que durante años no pasara nada que frenara este desorden, estas “ventanas rotas”. El ocio juvenil amplió su horario. Con la impunidad y complicidad de los responsables públicos los horarios de cierre se desplazaron a las dos, tres, cuatro, cinco, seis de la mañana. La noche de la bohemia antigua era tranquila y apacible. La de hoy se llenó de ruido, desorden violencia y vandalismo. Con todas las señales de alerta encendidas, con una buena proporción de jóvenes de una generación en riesgo de alcoholizarse o de extasiarse, fueron no las autoridades sino los vecinos hartos, los que empezaron a presionar a los ayuntamientos y a organizar fiestas en la puerta de algunos alcaldes, los que consiguieron que al fin, la sensatez comenzara a restablecerse.

Se ha producido un corte generacional. Han desaparecido o disminuido su presencia e influencia lo que Oldemburg[3] llamó the great good place o “terceros lugares”. Hay el hogar,( el primer lugar), y el trabajo, (el segundo lugar) pero hay también en muchos países un tercer lugar : cafés y cafeterías, Pubs (los ingleses, no lo que aquí llamamos con ese nombre), peluquerías, tiendas de la esquina, y espacios similares de acceso libre, no demasiado ostentosos ni caros, (lo que restringiría el acceso a muchas personas), niveladores, (acuden personas de todos los niveles economicos), lugares a los que cualquiera puede ir con la seguridad de que encontrará a alguien conocido sin necesidad de establecer una cita previa. En estos lugares se habla, sobre todo se habla, de no importa que y se conoce a gente nueva. Irlanda no sería lo que es sin sus tabernas y Pubs, Francia o Austria sin sus cafés, España sin su tradición de “ir de vinos” siguiendo rutas acostumbradas. Ya no se ven jóvenes en las rutas del vino. Son gentes de la cuarentena o mas allá, los que hacen hoy el recorrido en medio de discusiones de futbol, política, cine o cotilleo. Los jóvenes han abandonado estos espacios y las bebidas de estos espacios subsituidas por las bebidas de alta graduación, rápido efecto y colocón. Tampoco hablan. Pero dice Oldemburg no toda taberna o bar o café es un tercer lugar. Este tiene sus especiales rasgos que lo definen y lo hacen insustituible.



Resulta curioso observar como el botellón es en cierto modo un intento juvenil, si se quiere áspero y equivocado, de recuperar la conversación de los antiguos terceros lugares. Aquí como en los habitos de beber tradicionalmente opuestos del norte, (bebidas fuertes, en ocasión semanal y buscando el colocarse) y del sur, (bebida diaria, moderada en tasqueo o comida), se “suma” y no se cambia. Los nórdicos introducen al lado de su hábito norteño los del sur y los del sur los del norte. El botellón recupera la conversación para sumergirse después en los pubs y discotecas que lo niegan. El botellon se añade, no substituye al pub o discoteca.

Podría hacerse toda una teoría de la vida cotidiana de hoy recurriendo a los cuatro lugares: hogar, (el primero), trabajo, (el segundo), bares, tabernas etc (el tercero) y lo que Oldemburg llamó (y Mar Augé retomó sin citar), los “no lugares”. Provisionalmente podríamos aventurar que una sociedad en la que los terceros lugares estén desapareciendo substituídos bien por los “no lugares” o porque el primer o segundo lugar asumen las funciones del tercero, es una sociedad que tiene motivos de preocupación con respecto a su futuro próximo.
El camarada converso

[1] J.J.Sebreli. Buenos Aires vida cotidiana y alienación seguido de Buenos Aires ciudad en Crisis. Sudamericana.2003.
[2] Baigorri.A; Fernandez.R. Botellón: un conflicto postmoderno. Icaria.2004.
[3].- Oldemburg.R. The great good place. Marlowe and Company. 1999.