En teoría los políticos deberían ser los encargados de solucionar los problemas de los ciudadanos y no aumentarlos. En la práctica el Establo de Derecho sobre el que se asienta nuestro país divide a sus dirigentes en tres amplias cabañas: ovina, los que siguen cual borregos al líder; bovina, los que pastan alegremente de los presupuestos del Estado sin mayores inquietudes, y porcina, quienes ensucian cada día esta actividad y merecen ser despedidos con una patada en las nalgas con dirección a la prisión más cercana.
Las lenguas se crearon para comunicarse. Cada una tiene sus peculiaridades y belleza. Nuestro deber moral es dominar el mayor número de ellas, pero no deja de ser una inquietud personal. Lo importante y útil es entenderse entre el mayor número de personas. En el mundo es indispensable el inglés. En España e Hispanoamérica, el español. Algo comprensible hasta para un niño. Pero algunas mentes más obtusas no lo entienden, o no quieren aceptarlo.
Los fanáticos utilizan la lengua como arma, como recurso para diferenciarse del enemigo, cegados por sus convicciones de secta. Los gobiernos de la UCD cometieron el gravísimo error de entregar las competencias educativas durante la Transición y ahora comenzamos a pagar el precio. No contentos con la dictadura lingüística desde la guardería -flaco favor ha hecho al vascuence, catalán y gallego- ahora se impone la dictadura social. En el País Vasco se obliga ya a determinados comerciantes -en un primer paso antes de su aplicación total- a rotular y atender a sus clientes en la lengua impuesta. Los que no pasan por el aro pagarán una multa, se les negará una subvención -el precio a cambio de bajar la cerviz- y un distintivo que certifica el cumplimiento del decreto.
Medidas, sanciones e identificaciones que nos recuerdan a la URSS del padrecito Stalin o a la Alemania Nacional-socialista de Hitler. Muy propio viniendo del PNV, cuyo fundador fue el conocido racista Sabino Arana (quien, cual Quijote, recobró el sentido en sus últimos días y renegó de todo lo que había creado. Cambio no recogido por los historiadores filo-peneuvistas, curioso). Al ciudadano de a pie sólo le queda el derecho al pataleo y luchar en la medida de sus posibilidades contra estas injusticias. ¿Y qué hacen mientras los señores Zapatero y Rajoy? Celebrar la Eurocopa. Será que tenemos lo que nos merecemos.