En las últimas elecciones partitocráticas voté, siempre fiel a mi convicción positiva de escoger lo menos malo, al tibio y acomplejado Partido Popular. Estuve a punto de no hacerlo, porque comencé a oír en la campaña electoral, en boca de sus dirigentes, los latiguillos de “amigos y amigas” o “ciudadanos y ciudadanas”, propio de la progresía más cursi. También vi, en la televisión, una entrevista a Montoro, en la que era incapaz de decir que la unión entre homosexuales no puede ser llamado matrimonio, escondido detrás de una verborrea insufrible que reflejaba nítidamente su cobardía intelectual.
El resultado de las elecciones no fue malo para el PP y su melifluo líder, pero en los partidos políticos, que son un fin en si mismo, la tentación de llegar al poder como sea, es siempre más fuerte que cualquier principio ético o moral y, en vez de seguir, todavía mas firmes, por el camino que les dio la confianza de casi diez millones y medio de personas, les entró la nunca abandonada patología centrista y, en un ejercicio de masoquismo, se pusieron inmediatamente a remojo para ablandarse todavía más
¿Y qué es el centrismo? se preguntaran nuestros millones de lectores y amigos. El centrismo es nada; los centristas, son un espécimen, que abunda mucho en el PP, cuya característica principal es interiorizar el discurso seudoprogresista de la izquierda y arrugarse delante del regional-separatismo. Tienen pánico a que les llamen fachas, franquistas, conservadores, carcas, derechistas etc.; ante el temor de recibir estas calificaciones se someten a cualquier claudicación moral o política. Centristas especialmente nefastos para España fueron, el intrigante Conde de Romanones, Alcalá-Zamora y Miguel Maura, artífices del advenimiento de la caótica Segunda República; Portela Valladares, el jefe de gobierno que salió huyendo con el triunfo del Frente Popular dejando todo patas arriba, y en nuestro tiempo Adolfo Suárez, creador de este engendro despilfarrador y puerta abierta para el desguace nacional llamado Estado de las Autonomías.
Ahora mismo los herederos de todos ellos son Ruiz-Gallardón, insondable pozo de soberbia y Mariano Rajoy, que esta decidido a ir a rebufo del incalificable y letal para España, Rodríguez Zapatero, copiando al pie de la letra todo su lenguaje necio-cursi como: diálogo, mujer, futuro, crispación... Tratando de ser simpático con los separatistas, con la estúpida pretensión de recoger algunos votos de los oyentes de las seis televisiones generalistas y la Cadenas Ser , todas ellas dispuestas siempre al adoctrinamiento progre, y así ganar ese millón de votos que le falta. Olvida Rajoy que ese intento suicida ya lo hizo Adolfo Suárez queriendo ser más progresista que el PSOE y ello supuso el descalabro y el fin de la UCD.
La izquierda y los regional-separatistas, están encantados con el nuevo PP, y sus medios de comunicación apoyan a Rajoy como nunca se había visto. Ya no está, en el Parlamento, el lobo Zaplana. Ahora tienen a la oveja dolly Soraya, a la que cuidan con gran mimo porque ni ellos mismos podían buscar una oposición más tierna. Este PP del centrismo vergonzante, totalmente entregado, no sólo no va a ganar esos votos que le faltan, imitando a Zapatero en dichos y hechos, sino que perderá muchos más, porque todos aquellos que consideramos al socialismo y sus derivados una enfermedad grave del pensamiento, no lo votaremos y Rajoy tendrá, como siempre, el desdén de la izquierda y el separatismo y ahora, además, el desprecio de aquellos que pensaban en él, a pesar de su flojera de carácter, como líder de la derecha.
El resultado de las elecciones no fue malo para el PP y su melifluo líder, pero en los partidos políticos, que son un fin en si mismo, la tentación de llegar al poder como sea, es siempre más fuerte que cualquier principio ético o moral y, en vez de seguir, todavía mas firmes, por el camino que les dio la confianza de casi diez millones y medio de personas, les entró la nunca abandonada patología centrista y, en un ejercicio de masoquismo, se pusieron inmediatamente a remojo para ablandarse todavía más
¿Y qué es el centrismo? se preguntaran nuestros millones de lectores y amigos. El centrismo es nada; los centristas, son un espécimen, que abunda mucho en el PP, cuya característica principal es interiorizar el discurso seudoprogresista de la izquierda y arrugarse delante del regional-separatismo. Tienen pánico a que les llamen fachas, franquistas, conservadores, carcas, derechistas etc.; ante el temor de recibir estas calificaciones se someten a cualquier claudicación moral o política. Centristas especialmente nefastos para España fueron, el intrigante Conde de Romanones, Alcalá-Zamora y Miguel Maura, artífices del advenimiento de la caótica Segunda República; Portela Valladares, el jefe de gobierno que salió huyendo con el triunfo del Frente Popular dejando todo patas arriba, y en nuestro tiempo Adolfo Suárez, creador de este engendro despilfarrador y puerta abierta para el desguace nacional llamado Estado de las Autonomías.
Ahora mismo los herederos de todos ellos son Ruiz-Gallardón, insondable pozo de soberbia y Mariano Rajoy, que esta decidido a ir a rebufo del incalificable y letal para España, Rodríguez Zapatero, copiando al pie de la letra todo su lenguaje necio-cursi como: diálogo, mujer, futuro, crispación... Tratando de ser simpático con los separatistas, con la estúpida pretensión de recoger algunos votos de los oyentes de las seis televisiones generalistas y la Cadenas Ser , todas ellas dispuestas siempre al adoctrinamiento progre, y así ganar ese millón de votos que le falta. Olvida Rajoy que ese intento suicida ya lo hizo Adolfo Suárez queriendo ser más progresista que el PSOE y ello supuso el descalabro y el fin de la UCD.
La izquierda y los regional-separatistas, están encantados con el nuevo PP, y sus medios de comunicación apoyan a Rajoy como nunca se había visto. Ya no está, en el Parlamento, el lobo Zaplana. Ahora tienen a la oveja dolly Soraya, a la que cuidan con gran mimo porque ni ellos mismos podían buscar una oposición más tierna. Este PP del centrismo vergonzante, totalmente entregado, no sólo no va a ganar esos votos que le faltan, imitando a Zapatero en dichos y hechos, sino que perderá muchos más, porque todos aquellos que consideramos al socialismo y sus derivados una enfermedad grave del pensamiento, no lo votaremos y Rajoy tendrá, como siempre, el desdén de la izquierda y el separatismo y ahora, además, el desprecio de aquellos que pensaban en él, a pesar de su flojera de carácter, como líder de la derecha.
Rokudán.