Concluyeron los juegos de Bolt,
de Phelps, de Mo Farah, de Kanaeva, de la veloz Jamaica, de los invictos
Estados Unidos de baloncesto, de las mujeres y los deportes acuáticos de
España. Los Juegos en los que comenzamos deprimimos y casi nos empachamos de
medallas. La única cita que reúne deportistas de 205 países, sin importar sexo,
raza, edad, credo u origen. El único lugar donde un humilde pastor de ovejas
africano y un multimillonario europeo pueden competir en igualdad de
condiciones. Dos semanas de continuas emociones, de historias conmovedoras, de
alegrías desbordantes y tristezas sin posible consuelo.
Unos Juegos que nos
mantuvieron pegados ante el televisor y el ordenador, convertidos en poesía en
movimiento gracias al progreso de los medios audiovisuales. Usted se negó a
salir de casa, a marcharse de vacaciones, porque sus vacaciones eran disfrutar
de esta manifestación artística sin parangón. La del cuerpo en su máximo
desarrollo atlético. Cuenta atrás para Río 2016. Ya estamos impacientes.
Publicado en La Región (13-VIII-2012)