Lamentable. Hace unos días
escribíamos sobre la prohibición de la Federación
Internacional de Judo a la saudí Wodjan Shaherkani por
participar con hijab, prenda ilegal sobre el tatami. Una justa medida que
iguala a todos los competidores independientemente de su credo, condición o
raza. No tardó la federación, a instancias del Comité Olímpico, en bajarse los
pantalones y acatar con vaselina las exigencias de un país medieval. Y encima
habrá que agradecérselo. Estas decisiones revelan el carácter acomplejado y
cobarde de la vieja Europa.
Casualidades de la vida, Gabrielle Douglas se
convirtió en la primera gimnasta de raza negra en ganar el oro olímpico en el
concurso general, toda una proeza contra las excelentes rivales rusas y
rumanas. Gabrielle nació en la Estados Unidos de la segregación racial, Wodjan
en Arabia Saudí. La diferencia es evidente. En la primera gobierna hoy un
presidente negro. En la segunda es imposible ver a una mujer en el máximo
cargo. Occidente no debe ceder, ni en política ni en deporte, contra una
civilización regida por el Corán.
Publicado en La Región (4-VIII-2012)